11 abr 2012

Noche.

Estoy sentada en mi balcón, no diré que hora es, pero el día se vistió de negro. El tic toc del reloj sugiere que van pasando los minutos. No sé si anochece más, o si cada segundo que pasa el amanecer se acerca. Llevo un largo tiempo aquí, me rehúso a ver la hora, son sólo números. No interesa. La música de Los Beatles relaja mis sentidos. Me sumerjo en un sinfín de aventuras, vivo la letra. Parece que me cantan al oído. Este es un momento perfecto. Hay conexión. La luna está cortada a la mitad & flota a lo lejos. Las esferas de gas caliente apodadas estrellas le van como accesorios. Y le van tan bien. Una sonrisa se dibuja sutilmente en mi rostro. No, no estoy feliz. Me siento tranquila. No tengo cansancio a pesar de la hora que marca el reloj, que no sé cuál es. 
La noche se aclara, supongo que quiere disfrazarse de día. No lo entiendo. ¿Tan rápido pasó el tiempo? Volverán las rutinas, volverán los guiones, volverán lo ensayado diariamente. Ya no suenan Los Beatles. Sigue Gustavo Cerati. "Yo seguí a la estrella más voraz" Curiosa la forma en la que encaja perfectamente con la situación. Seguí a la música y me llevó lejos. Supongo que alguien prendió la luz, o acaso ¿amaneció? Creo que es hora de apagar la radio & 'vivir' mi rutina. Y justo antes de apagar, suena Andrés Calamaro y su temazo: flaca. 


Glorioso, empezamos bien el día o terminamos bien la noche. 

Alejandra.