16 jun 2015

No quiero perderme...

No quiero perderme tus barbas de cinco días los trescientos sesenta y cinco del año, todo porque no tienes tiempo de afeitarte. Ni que me recuerdes las cosas que te he dicho y ya se me han olvidado.
Quiero seguir aprendiendo que a tus amigos los llamas “patas” y que cada vez que llegas a casa empiezas a tocar tu guitarra.  
No quiero perderme el que te enfades a medias cuando me olvido de comer. Te pones muy gracioso cuando haces gestos e intentas hacerme reír, sabiendo certeramente que lo conseguirás.
 Me gusta poner caras espontáneas porque sé que te gusta y admito que a veces lo hago para que sonrías; te revuelves bruscamente y sueltas una carcajada.
 Me declaro fan de los emojis y los uso más contigo que con cualquier otra persona. Me resulta fácil quererte de lunes a lunes, incluso los feriados. Porque tu ropa huele a ti… y ese polo azul… y tu forma de caminar, de desprenderte de tus brazos y de contarme con detalle qué has hecho en el día, de repasar mentalmente lo que te falta hacer; yo finjo que te escucho y, mientras, miro la forma de tus labios. Ya sé que tu momento de reflexión es antes de irte a dormir, que no tienes miedo a decir cosas de amor y que “Titanes del pacífico” es tu película favorita.
 Quiero seguir aprendiendo que los te amos que nos decimos no son lo más bonito que hay entre tú y yo,  sino son las cosas que compartimos lo que me hacen feliz.
 Que podría describir de miles de maneras tu cara de ilusión y de enfado; que quiero despertarme a tu lado todos los viernes a medianoche.
 Que quiero seguir conociéndote todas las mañanas; que no quiero solo tus días normales, quiero tus días felices y tus días amargos. Y no tengo razones comprobables, solo puedo decirte que sigo enamorada.

Que hoy he aprendido que eres a quien más quiero en esta vida.